Por Rodrigo Motas Tamayo
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La atención al programa materno-infantil (PAMI) en la comunidad constituye una tarea de primer orden para mantener bajos índices de mortalidad en ambas aristas, principalmente si se tienen en cuenta la atención primaria y secundaria de las gestantes.
En Manzanillo, actualmente con una mortalidad infantil de 6,36 por cada mil nacidos vivos, los esfuerzos se encaminan a brindar los cuidados y atención requerida a las embarazadas, desde los 114 consultorios existentes y los hogares maternos y hospitales radicados en este municipio.
Igualmente, a ese empeño se unen el quehacer de trece casas alternativas y los servicios especializados de galenos en obstetricia y pediatría, que desde esas instalaciones de la salud brindan esmerada y sistemática atención a madres y sus hijos.
En ese sentido, desde las propias áreas de salud se da seguimiento a los factores de riesgo tanto modificables como NO, que atentan contra el bienestar de las gestantes y sus crías, fomentando en especial una cultura informativa en las futuras mamás.
Inciden así el peso corporal, enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, hipertiroidismo, sepsis vaginal, así como los malos hábitos dietéticos y el de fumar, cuyas secuencias se palpan posteriormente en recién nacidos con bajo peso u otras dolencias.
Lo cierto es también que junto al cumplimiento de las regulaciones establecidas por Salud, reviste gran importancia el papel de responsabilidad asumido por la futura mamá, quien más que nadie debe velar por la propia y la salud de su hijo.
Hacer realidad toda esta cadena de la atención primaria y secundaria de salud, constituye en Manzanillo una prioridad del Programa Materno Infantil (PAMI), y a esos efectos funciona un puesto de mando diario encargado del chequeo y control de las medidas orientadas.
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