Por
Rodrigo Motas Tamayo
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La
atención al programa materno-infantil (PAMI) en Manzanillo exige
una mayor vigilancia como eslabón principal para llevar y mantener bajos
índices de mortalidad en ambas aristas, principalmente si se tienen en
cuenta los cuidados primarios y secundarios de las gestantes.
Los primeros
cinco meses del año dejan un SOS con una mortalidad infantil de más de 9
por cada mil nacidos vivos, de ahí que los esfuerzos deban redoblarse desde todas las aristas y desde
los 114 consultorios existentes, hogares maternos y hospitales radicados en
este municipio.
Al
camino a recorrer ahora para reducir los
distintos indicadores se unirá el quehacer de las trece casas alternativas y
los servicios especializados de galenos en obstetricia y pediatría, que
desde esas instalaciones de la salud brindarán esmerada y sistemática atención
a madres y sus hijos.
Como
andan las cosas ahora con los
resultados, en el municipio hay tener bien amarrados todos los cabos desde las
propias áreas de salud para el seguimiento de los factores de riesgo, tanto
modificables como NO, que atentan contra el bienestar de las gestantes y sus
crías, a la vez que se hará hincapié en
el fomento de una cultura informativa en las futuras mamás.
Los
indicadores actuales muestran que persisten anomalías como enfermedades
crónicas, hipertensión e hipertiroidismo y sepsis vaginal, a lo que se fusionan nefastamente malos hábitos
dietéticos y el de fumar, cuyas secuencias se palpan posteriormente en recién
nacidos con bajo peso u otras dolencias.
Salud
Pública desarrolla y consolida el cumplimiento de las regulaciones establecidas,
pero se exige de una mayor responsabilidad por parte de la futura mamá,
quien más que nadie debe velar por la propia y la salud de su hijo.
Todos juntos podrán revertir los resultados que se muestran actualmente
en el Programa materno-infantil PAMI en
Manzanillo.
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