Por Rodrigo Motas Tamayo
Y confieso que
al verte me inclinaré hasta poner mis
rodillas en tierra para extender gozoso
mis manos armadas con la flor de la vida que me has dado y hoy te ofrezco
por el orgullo de tus caricias. Nuestra relación así lo
exige y este es un día especial para ello.
Te confieso que te venero como lo mejor que me haya pasado. Tal vez sea que ahora, solamente ahora y
contigo, me sienta seguro como para abrir
las puertas de mi corazón y dejar
salir de él esos gritos de angustias acumuladas,
anhelos y desesperos.
Realmente al
estar así contigo, y verme a mi mismo a la altura de estas cinco décadas, me
siento capaz y con la fuerza suficiente
para decir cuánto te quiero, lo imprescindible que me eres.
Y no
solo en este 14 de febrero sino en los 364 restantes
días del año, cuando junto a mí,
compartes temores, alegrías, desesperos,
sueños y las inmensas ganas de vivir que
nos abre cada amanecer, como en este, nuestro Día de los
enamorados.