Fotos La Demajagua. 
Difícil es para todo cubano o
cubana pensar o aceptar  que Fidel ha
muerto, y es que  nos acostumbrados  a verlo o sentirlo sin que  su presencia 
fuera  cotidiana en nuestros
trabajos u hogares. Por que  Fidel
siempre  ha estado y estará con nosotros. 
Por  el, 
aprendimos a caminar en un mundo nuevo, y nuestros  pasos 
tienen su camino, ese que con luz única 
de su grandeza ilumina la obra 
que nos legó  y que es compromiso
nuestro llevar adelante: la revolución cubana. 
Crecimos con el ejemplo de
su humildad  de hombre universal y con su
entrega  indiscutible de amor   por los pobres de la tierra. Por que  Fidel 
siempre fue así, sencillo, entusiasta, preocupado, paradigma de hidalguía
revolucionaria.
Yo lo vi  de cerca. Solo tenía  27  y
desde entonces mi juventud de entrega se impregnó de mayores  compromisos para con la patria forjada en La
demajagua y la  Sierra Maestra. 
Fue en la mañana del
sábado  20  de 
diciembre de 1986, allá  en
Bayamo. Se inauguraba el poligráfico de Granma, ese gran inmueble  donde 
radican la Unidad gráfica y la editora 
del periódico La Demajagua. 
Lo vi de cerca y parecía
inmenso, gigante…y con la impresión de ese encuentro, como uno de los
bisoños  de  los tipos, las  letras 
y el impreso, me uní  al clamor de
pueblo  que desde el traspatio del
poligráfico daba victores a la revolución cubana y a Fidel.  
Aquel 20 de diciembre de
1986  admiré más  al hombre que me dio posibilidades de
estudios e igualdades sociales en una Cuba nueva  sin ricos o pobres, negros o blancos… 
Este  25  de
noviembre Fidel ha muerto… y el hombre 
que cambió la historia de latinoamericana, Cuba y el mundo aún me
impresiona  y lo veo vivo  cuando miro 
el hospital Celia Sánchez Manduley, el IPVC Silverto Álvarez, la
camaronera de Rio Cauto, el taller 
textil de Campechuela, el palacio de pioneros  de Media Luna, los programas  de la revolución y las miles de obras
que  el pueblo agradece a Fidel. 

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